El domingo pasado se
decidió el mundial de Moto GP en una carrera que ¡wow! nos tuvo a todos pegados
delante del televisor con el corazón en un puño, y que terminó con la
merecidísima victoria (a mi parecer) de Marc Márquez. A este jovencísimo piloto
que ha ya ha hecho historia, le preguntaron cual sería su límite y contestó lo
siguiente: “Ojalá no encuentre nunca mi límite. El límite se lo pone uno mismo.
Si vas con la mentalidad de mejorar siempre sacas algo más”. Y no puedo estar
más de acuerdo.
Para superar nuestro
límite sólo tenemos que darnos una oportunidad. Siempre se puede más. En el
cole tenía un profesor que nos decía algo así como que si cuando tienes que
recorrer una distancia, en lugar de ponerte el objetivo final de llegar al
punto x, que probablemente te hará rendirte antes de empezar, te pones
objetivos pequeños como dar solo un paso más y así cada vez, te darás cuenta de
que en realidad puedes hacerlo. No te estás haciendo un esfuerzo enorme. Solo
un paso más. Y luego otro. Y luego otro. Y al final alcanzarás el punto x sin
ni siquiera darte cuenta. A veces ni nosotros mismos conocemos nuestros límites
hasta que no lo intentamos.
La semana pasada hablaba
con Ester de Entremagdalenas de todos los proyectos que las dos tenemos entre
manos y la locura que estoy supone en cuanto a tiempo. Ando metida en 20.000
historias con Dresses2Kill: encargos, una nueva colección (con unas telas que
vais a flipar!), doy clases de corte y confección una vez a la semana, clases
de WP, la construcción de la nueva web… y cuando Noelia me llamó porque querían contar conmigo para montar un
stand en la fiesta-showroom de inauguración de La Vulpeja este sábado pasado, tuve que decir que sí (tuve en sentido
figurado porque nadie me obligó). Y no es que no sepa decir que no, es que me
hace ilusión, es que realmente disfruto cada vez que tengo un nuevo proyecto,
un nuevo reto por delante. Cada vez que
me proponen algo nuevo, veo una oportunidad de avanzar, de descubrir, de
mejorar, y me lanzo a la piscina. Como le decía a Ester: luego veremos que
pasa, ¡pero el trampolín lo cojo con unas ganas!
Y a veces llega un
punto en que pienso: “Estoy loca, no me va a dar tiempo, ¿por qué no sabré
estarme quietecita??”. Pero QUIERO hacerlo, y creo firmemente que querer es
poder cuando sólo depende de uno mismo. Y voy a poder con todo lo que venga, aunque
tenga que dormir 3h al día, aunque me sangren las manos de coser, aunque me
salgan agujetas de planchar, ¡no tengo límite y ojalá nunca lo encuentre!
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