lunes, 14 de octubre de 2013

Mi bar de cabecera

Cuando Davino y yo llegamos al barrio (en realidad ya llevábamos casi 4 años en el barrio, pero cambiamos de orilla), dando un paseo de reconocimiento, vimos un bar que, aun sin tener nada especial por fuera, nos llamó la atención. Quizás fuera porque, aunque parezca la típica taberna de toda la vida, sólo con verlo por fuera se ve que dentro de esas cuatro paredes hay historia, porque es un edificio muy pequeñito, que ha resistido a los derribos y nuevas construcciones, y que permanece ahí, sin cambios, solito y chiquitito rodeado de grandes edificios aburridos y sin personalidad.


La primera vez que entramos en Casa Moran habíamos ido a comprar al mercado con mis padres, y a la vuelta decidimos entrar a tomar una caña. Era sábado y debía ser la una del mediodía. Entramos y había puesto un DVD de Guns'n'Roses, con el que yo me puse a tararear y "hacer como la que toca la batería" en la barra (yo no se tocar la batería, pero es que Davino me ha pegado esa manía de ir usando por todas partes los dedos como baquetas, y lo hago aunque yo tenga el ritmo en el aguijón!). Manolo, que es de la quinta de mi padre, me preguntó si sabía quienes eran y acto seguido sacó una caja de zapatos llena de DVDs de grupos como Led Zeppelin, CCR, Crosby Stills and Nash... etc. Evidentemente me conquistó. Y a mi padre también!

Pero el rock no es el único motivo por el que el Moran se ha convertido en nuestro bar de cabecera. ¡Es todo! Manolo y Toñi, sus dueños, no pueden tener más arte y siempre te reciben con una sonrisa y ganas de cachondeo. Manolo lo mismo se saca una guitarra y se toca la chica yeyé, que lo mismo te pone un chupito de cerveza para echarse unas risas, y Toñi tiene unas manos en la cocina que no os cuento, todo lo que hace está rico rico y se nota a la legua que es casero. A mí no me gustan los torreznos así que no los he probado, ¡pero dicen que son de los mejores torreznos de Madrid!

Vayas cuando vayas siempre conoces a alguno de los personajes (digo bien: personajes) que pasan por allí a diario y puedes tirarte horas hablando con cada uno de ellos. Es como una gran familia, por eso allí siempre se siente uno como en casa. Y los atardeceres que se ven desde su terraza son increíbles. ¡Y además es dog-friendly (vamos, que pueden entrar perros)!, y eso es siempre un punto a favor.

Si algún día váis por allí (C/ Marqués de Viana, 42) veréis que no exagero en nada. ¡Y decid que váis de mi parte a ver si Manolo se porta y me da una comisión!

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¿Tienes algo que decir? ¡Somos todo orejas!